[Sileno a Odiseo] Te conozco, crótalo penetrante,
progenie de Sísifo (Eurípides, El Cíclope).
Como ando medio ñoño, ando dedicado a leer vainas medio ñoñas, pero como buen enófilo que soy, no podía quedarme con las ganas de comentar lo siguiente: ¡¡¡Que me parta un rayo si Odiseo no se bebió ni una sola copa de vino cuando dejó ciego a Polifemo!!! Razones: 1– ¿Por qué diablos el locuaz cefalenio, cuando se bajó del navío, llevaba consigo un odre lleno de vino, y con suficiente vino como para emborrachar a un cíclope? 2– El persuasivo laértida llevaba, además, “una buena copa con el odre”. El tipo estaba totalmente preparado para, en cualquier momento, echarse un trago, claramente. 3– Todos los sátiros dejaron a Odiseo sólo para dejar ciego a Polifemo, ¿cómo carajos iba a hacer un solo tipo para dejar ciego a un cíclope? Cualquiera que conoce de tragos, y particularmente los de baja calaña, sabe que con un par de estos se puede dejar ciego a cualquiera. Bueno, esto supone un pequeño arreglo en la historia: al cíclope le dieron quien sabe qué porquería de trago hechizo —por ahí un cherrynol, o un tapetusa, o una “luka flameada”, o no sé qué, no conozco más bajos—, luego, efectivamente, se quedó ciego… ¡Qué héroe, Odiseo, qué héroe! Claramente la moraleja del cuento solo puede ser la siguiente: hay que ser el más diestro en las artes dionisíacas para derrumbar a cualquier gigante… ¡Feliz quien lanza el grito báquico
Bueno, para rematar, les voy a dejar parte del coro, que me parece simplemente fenomenal:
por causa de las dulces fuentes de los racimos,
tomándose un respiro tumbado
para dirigirse a la danza,
abrazando a un amigo e intentando,
sobre los cojines,
aferrar la flor de una suave cortesana,
con los bucles ungidos de aceite perfumado,
y dice «¿quién me abrirá la puerta?».
Sa, sa, sa, saciado estoy de vino
y gozo con el desenfreno del banquete;
lleno como una nave de carga
hasta el puente del extremo del vientre,
la hierba dulce me impulsa a la fiesta
en la estación de la primavera
junto a mis hermanos los cíclopes.
¡Vamos, extranjero, vamos, dame el odre!