lunes, agosto 13, 2007

The Show Must Go On....

Campina Grande resultó ser una ciudad bastante simpática. Tiene aproximadamente unos 400.000 habitantes en una región que se encuentra a mitad de camino entre la playa y el mar de João Pessoa —la ciudad que se encuentra más al este del continente— y el sertão —agreste, es la traducción exacta, sin embargo, esta región es conocida por su gente aguerrida, estilo cowboys americanos, o vaqueros gaúchos—. Es una ciudad con alta población universitaria, lo cual indica también alto nivel de rumba y de consumo de alcohol, como siempre.
El encuentro fue en la facultad de derecho, cerca al centro de la ciudad. El hotel en el que se iban a quedar Hugo y Chris era un poco caro, y yo, que no tengo reserva técnica, tenía que buscar algo un poco más modesto. Finalmente di con un hotel bastante aceptable ahí mismo en el centro.
La reserva técnica es algo que hay aquí que me parece fabuloso. Es un dinero del que dispone cualquiera que tenga beca para participar como ponente en congresos, foros, coloquios, y cualquier tipo de encuentro. Puede ser gastado en cualquier momento, y simplemente es entregar los papeles respectivos —facturas de pasajes, alojamiento y alimentación— y estuvo. Aunque si se está llevando a cabo un proyecto que necesite comprar materiales, pagar estudios, o cualquier otro tipo de insumo o servicio del que precise la investigación que está haciendo el becario, también lo puede utilizar.
Bueno, luego de instalarnos en el hotel, fuimos a buscar la sede del coloquio. Resultó bastante gracioso que, al preguntar en el hotel donde era la universidad, tuvimos una conversación algo así:
— ¿Dónde queda la facultad de derecho de la universidad estadual?
— Uuuuuu, eso es lejos pa’ caramba
— ¿Tenemos que tomar un ómnibus? ¿o da para ir a pié?
— No, tiene que tomar el ómnibus.
— y canto tiempo lleva de ómnibus?
— Unos cinco minutos
— ¿y si vamos a pié? ¿media hora, cuarenta minutos?
— ¡¡¡¡¡¡Noooooooo, unos quince minutos, veinte por mucho!!!!!!
Para nosotros, habitantes de São Paulo, media hora a pié es cerca, muy cerca, media hora de ómnibus es más o menos cerca, y de ahí en adelante, pero resulta muy gracioso que aquí veinte minutos a pié resulte ser jodidamente lejos. ¡Cómo le cambia la vida a la gente que vive en ciudades pequeñas!
El coloquio fue todo un espectáculo. Había tres modalidades de presentaciones: minicursos —un minicurso duraba los tres días del coloquio, dos horas diarias—, comunicaciones —ponencias, diríamos nosotros, de veinte minutos a media hora cada una—, y palestras —que eran presentadas por los profesores invitados—. Ahí tomé un minicurso sobre Metafísica A, con un profesor que al parecer era de lo más respetado aquí. Un portugués con más sabor que una lingüiça calabressa —para los que no saben, es un tipo de chorizo bastante conocido en el nordeste brasileño, y bastante picante, por demás—, y con un humor europeo un poco ininteligible para la gente local. El minicurso, pensaba yo, era para gente que ni siquiera sabía quién diablos era Aristóteles, así que la verdad me sentí un poco fuera de lugar.
Con mi comunicación fue bastante simpático el asunto. Claramente no había escrito en portugués, y no me iba a poner a traducir el texto a la carrera solo para leerlo. El primer día un profesor chileno intentó presentar un texto que había escrito en español traduciéndolo al portugués, pero claramente la pronunciación chilena, junto con un texto traducido con poco tiempo de anticipación, terminó dando como resultado una presentación un tanto difícil de seguir, tanto para los que hablaban portugués como para los que hablábamos español. Al día siguiente otro chileno optó por sacar copias de su texto, y darlas para todo el mundo y así seguir mejor la lectura.
Yo opté por utilizar la misma estrategia, pero como solo se trataba de una comunicación de 20 minutos, y no de una palestra de un profesor invitado, no conseguí que me pagaran las copias, así que, en un acto medio desesperado por hacerme entender, saqué yo mismo unas cuantas fotocopias, y las repartí para los que alcanzaron.
Pero claramente no todo el mundo quedó con texto en mano. Yo sabía esto desde el día anterior, así que tenía, bajo la manga, una presentación de Power Point para los que no tenían el texto, primero, y segundo, para explicar un ejemplo que en el paper había quedado solamente señalado.
No sé si me entendieron o no todo lo que quise decir. Me hicieron un par de preguntas, y todavía no logro entender si las preguntas eran porque no entendieron mi texto, o fue que yo no entendí lo que me estaban preguntando. En fin, el punto fue que luego de la presentación varias personas se me acercaron a pedirme mi correo y a decirme que, pese a que no entendieron algunas cosas, la presentación les había gustado.
A la noche había una palestra del invitado de honor, se trataba de un profesor de una universidad americana. Antes de mi presentación, el profesor se me había acercado porque vio que yo tenía un computador con Windows, y pues aquí los computadores utilizan o Linux Ubuntu, o Freedows, por lo que tienen algunos problemas con todo lo que proviene de Windows. La verdad no creo que sea por problemas de compatibilidad, sino más bien por problemas de operario.
El punto fue que el gringo se me acercó antes de presentar mi texto para que yo probara su presentación en mi computador. Ahí le mostré que funcionaba, y que no tenía problemas. De paso me preguntó que si mi laptop tenía lector de memorias. Yo le contesté que no tenía, pero que tenía un lector de memorias USB. Se lo mostré, le copié su información a mi computador —que eran un par de canciones que tenía, y que se volverán bastante importantes en la historia—, le mostré que funcionaban y que sonaban bien, y que aparecían bien en la presentación. El tipo me dijo que si iba a empezar la presentación de él ya, y yo le dije que no tenía ni idea, y que seguramente era en la noche, como las de todos los profesores. La verdad no creo ni que me hubiera entendido; mi inglés es poco fluido, el gringo medio balbuceaba español y de portugués no sabía una j, y pues también en ese momento no estaba con muchas ganas en ese momento de ayudar, pues estaba un poco estresado preparando mi presentación, así que le dije que tenía que empezar la presentación ya. Ahí llegó otro profesor y se lo llevó.
En la noche, antes de la presentación, se me acercó uno de los monitores del evento para preguntarme si era yo el que había hecho la presentación en la tarde, y que si tenía un lector de memorias. Yo le dije que sí, le presté el lector, y seguí ahí conversando no recuerdo con quién. Luego me quedé pensando que el gringo seguramente pensó que yo era uno de los monitores —es decir, uno de sus lacayos, que le iban a poner todo ahí para que trabajara—. Me dio un poco de rabia eso, porque como se trataba del gringo todo el mundo le ayudaba, pero cuando yo fui a presentar mi texto, pedí el video beam —que no sé porqué cosas del lenguaje aquí se llama data show—, y me dijeron simplemente “ahí está, cójalo”, y pues tuve que organizar todo yo mismo.
La presentación del gringo resultó siendo un espectáculo total. La música que tenía era la banda sonora de la película “Zorba el Griego”. Con eso inició su presentación, mientras bailaba y todo el mundo lo seguía con las palmas. Luego, la verdad yo pensé que iba a hablar en inglés, o por lo menos leer en portugués o español, pero ni lo uno ni lo otro. La presentación en Power Point que tenía, era originalmente en inglés, pero un profesor se la intentó ayudar a traducir. Entonces, la conferencia resultó siendo la lectura de la presentación, a medio traducir, por el profesor que se había ofrecido a traducirla y que no fue capaz de traducirla totalmente. El contenido resultó siendo toda una serie de críticas al sistema de gobierno americano, cosa que se ha hecho tan popular desde ya hace tanto tiempo que resultó tornándose en un discurso medio hippie, y haciendo de nuestro personaje la versión filosófica de Michael Moore.
La verdad es que así como Michael Moore no necesitó ninguna formación artística en el cine, este payaso no necesitaba saber una leche de Aristóteles para decir todas las sandeces que dijo. Estaba tan lejos de cualquier reflexión filosófica de un nivel más o menos adecuado que lo que más ridículo que me parecía era que gastaran tanto dinero llevando un profesor extranjero, y habiendo tantos, y tan buenos, escogieran a uno que realmente dejaba mucho qué desear.
Finalmente, lo que más me ofendió, fue ver a varios profesores en el auditorio tratando de discutir seriamente con este payaso que vino de gira desde los EUA simplemente para hacer un “stand up comedy – philosophical release”.
Había pensado no escribir esta historia, tal vez por temor a la censura, al miedo, o por simple pudor, pero pues nada, ahí está. De hecho duré toda la noche tratando de explicarle a todos los graduandos y posgraduandos del coloquio que se fueron a beber conmigo esa noche porqué me parecía todo eso una payasada y una falta de respeto. Espero que hayan entendido algo al menos.
Ahora bien, lejos de la payasada una cosa que sí me gustó mucho, definitivamente, fue el cierre, en el cual unas estudiantes de no sé qué carrera —además que estaban lindísimas— representaron un fragmento de Medea de Eurípides. La verdad no sé si era por la belleza de las muchachas, o qué carajos, pero la actuación me pareció bastante buena, además que escogieron una parte que a mí personalmente me parece fenomenal.
En fin, eso fue el coloquio. No se aprendió mucho pero se paseó. Además, si Recife con su mundo de canales y de arrecifes y su puerto, y su montón de agua es llamada la Venecia latinoamericana, definitivamente Campina Grande, y al parecer todo el estado de Paraíba debería ser llamado la Chequia latinoamericana —para los que no conocen esta historia, luego de la segunda guerra mundial, en los años 60, en lo que en aquel momento se llamaba Checoslovaquia, conocida antaño como la Región de la Bohemia, el índice de mujeres era de 65% en relación al 35% de hombres, y tenían pueblos enteros en donde había, sin mentir, un hombre por cada diez mujeres. Para los interesados, recomiendo el filme
Lásky Jedné Plavovlásky, de Milos Forman, que trata este tema de una forma fenomenal.

1 comentario:

marcela ∂ π dijo...

yo ya conocía parte de esta historia, pero tenía ganas de saberla completa, creo que por eso fui capaz de leerla de un solo jalón...Increíble